Eclesiastés


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Consideré […] todas las obras de mis manos y el fatigoso afán de mi hacer y vi que todo es vanidad y atrapar vientos, y que ningún provecho se saca bajo el sol.

.[…] El sabio tiene sus ojos abiertos, mas el necio en las tinieblas camina. Pero también yo sé que la misma suerte alcanza a ambos […], ¿para qué vale, pues, mi sabiduría?

[…] No hay mayor felicidad para el hombre que comer y beber, y disfrutar en medio de sus fatigas. […] ¿Qué gana el que trabaja con fatiga?


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