En Nadar-dos-pájaros




Tras haber colocado en mi boca pan suficiente para masticar tres minutos, deseché mis poderes de percepción sensorial y me retiré a la intimidad de mi mente, asumiendo mis ojos y mi rostro una expresión ausente y absorta.

[...] Estuviese en casa o fuera, dejaba siempre cerrada con llave la puerta de mi dormitorio. Esto rodeaba mis movimientos de cierto misterio y me permitía pasar un día inclemente en la cama sin alterar la suposición de mi tío de que me había ido a la facultad a atender mis estudios. Tengo un temperamente que se ha adaptado muy bien a la vida contemplativa. Estaba habituado a pasarme muchas horas echado en la cama, pensando y fumando [...].

Lo malo [...] de la mayoría de la gente [...] es que no pasan tiempo suficiente en la cama. Cuando un hombre duerme, está impregnado de una flexibilidad laxa y mate, perdido en ella: despierto, está inquieto, torturado por su cuerpo y por la ilusión de la existencia. ¿Por qué se habrán afanado los hombres tantos siglos en agobiar al cuerpo despertado? Ponlo a dormir, esa es la mejor vía. Que sirva solo para dar una vuelta al alma que duerme, para alterar el torrente sanguíneo y hacer así posible un sueño más profundo y más perfecto.
[...] Hemos de invertir nuestra concepción del reposo y de la actividad [...]. No deberíamos dormir para recuperar la energía consumida despiertos, sino más bien despertar de vez en cuando para defecar la energía indeseable que engendra el sueño. Esto podría hacerse con mucha rapidez: Una carrera de ocho kilómetros a toda marcha por la ciudad y luego vuelta a la cama y al reino de las sombras.

[...] No me avergüenza confesar que amo mi cama [...]. Ella fue mi primera amiga, mi madre adoptiva, mi confortadora más querida...
[...] Su calidez [...] me mantuvo vivo cuando mi madre me llevaba en su seno. Aún sigue nutriéndome, prodiga sin límite el alumbramiento de su matriz hospitalaria. Me sustentará amablemente en mi última hora y sostendrá fiel mi cuerpo frío cuando esté muerto. Parecerá desolada cuando yo me haya ido.

No hay comentarios: